NATURALEZA DESDE SIGÜENZA

Una visión de la naturaleza de Sigüenza y su comarca por Javier Munilla

lunes, 22 de enero de 2018

BUITRES: ALIADOS DE LOS DIOSES


Cuando hablamos de buitres a la mayoría de personas la imagen que les viene a la mente es la típica de un ave alimentándose de carroña, esto le ha llevado a no gozar de una buena reputación entre muchas personas por que lo asocian al oportunismo o la desgracia. Solo necesitamos oír exclamaciones como “No seas buitre” o “Fondos buitre” tan de actualidad en estos tiempos. 
Pero esa imagen no era así antiguamente ya que el buitre era un ave benefactora porque al alimentarse de carroña no perjudicaba los intereses de los humanos y les libraba de los molestos cadáveres que quedaban abandonados en el campo. Es más, para muchas culturas antiguas y actuales los buitres pueden ser considerados ángeles o mensajeros de Dios. 


Según nos cuentan Silio Itálico y Elanio, historiadores romanos, celtíberos y vacceos pueblos prerromanos que habitaron en la Península Ibérica, consideraban un honor morir en el combate y un crimen quemar el cadáver del guerrero así muerto; según Silio Italico (25-101): “Los celtíberos consideran un honor morir en el combate y un crimen quemar el cadáver del guerrero así muerto; pues creen que su alma remonta a los dioses del cielo, al devorar el cuerpo yacente el buitre”, y según Claudio Eliano (175-235) refiriéndose a los vacceos “…dan sepultura en el fuego a los que mueren de enfermedad..., más a los que pierden la vida en la guerra... los arrojan a los buitres, que estiman como animales sagrados".
Este ritual, destinado a los que morían en combate, consistía en depositar sus cadáveres en determinados lugares, para que fueran comidos por lo buitres. Estas aves eran consideradas psicopompos, es decir, seres que en distintas mitologías y religiones tiene el papel de conducir las almas de los difuntos hacia la ultratumba, cielo o infierno o lo que es lo mismo embajadores entre el mundo de los humanos y el de los dioses; ya que al mismo tiempo que descarnaban su cuerpo transportaban su espíritu directamente a la deidad celeste. Este ritual era considerado más puro que la incineración, ya que evitaba el contacto con la tierra. 


Y aunque este tipo de rituales suenen a épocas muy lejanas la realidad es bien distinta y en muchas culturas actuales continúan considerando a los buitres como ángeles encargados de ayudar a los muertos a llegar al Cielo.

En el Tíbet, en las tierras de Litang, a 4.600 metros altitud, el suelo es demasiado duro para cavar una fosa y escasea la leña para hacer fuego. En esta zona los muertos son entregados a los buitres desde hace 5.000 años en un rito inmemorial que se cree que fue introducido por los nómadas en tiempos de Zaratustra. Ellos llamaban a los altares donde se depositan los cadáveres como las “Torres del silencio”. El procedimiento es el siguiente:
Se desnuda el cuerpo de la persona fallecida, se rasura el pelo y se descuartiza el cadáver del ser querido con un cuchillo. Una vez separados los huesos de la carne, se machaca el cráneo con un martillo y se dejan sus restos sobre una piedra, donde son devorados por los buitres. Solo cuando las aves terminan de comer, se considera que su alma ha ascendido a los cielos. Durante el ritual, conocido como “funeral celeste”, el sacerdote, rogyapa, descuartiza el cuerpo delante de sus seres queridos y lo entrega a los buitres. Las aves arrancan grandes pedazos de carne que se llevan hacia el cielo. Cuando solo quedan los huesos, el sacerdote procede a machacarlos y a mezclarlos con harina, para que las aves terminen su trabajo. Esta práctica es conocida como “jhator”, que traducido significa dar almas a las aves.

De acuerdo con la creencia budista, el cuerpo es un mero vehículo para transportar la vida; una vez que el individuo muere, y como última muestra de caridad, su cuerpo debe servir de alimento a los buitres sagrados. No en vano el buitre es considerado por los sacerdotes un ave muy budista: no mata a otros seres y acepta lo que le viene siguiendo el curso natural de las cosas. 
Existen lugares específicos para la preparación y ejecución del ritual, de acuerdo a las tradiciones en el budismo Vajrayana, uno de estos lugares es el monasterio de Drigung de los más importantes del Tíbet. Se encuentra en un valle a 150 km al este de Lhasa y es conocido por sus entierros celestiales. El monasterio recibe unos diez cuerpos al día para que realice su funeral. Celha Qoisang, es uno de los sacerdotes encargados de los rituales y ha descuartizado cadáveres cada día desde hace 15 años. “Una de las cosas más terribles que le pueden suceder a un muerto, explica Qoisang, es que los buitres no se lo coman”. Porque aquí arriba, en las llanuras de Litang, el hecho de que los carroñeros no arranquen hasta el último jirón de tu carne se considera un mal presagio.


Según su cultura, los tibetanos no entierran ni incineran a sus difuntos a excepción de los menores de 18 años, las mujeres embarazadas y los muertos por alguna enfermedad infecciosa, el resto son entregados en las altas cumbres a las aves carroñeras. Los buitres, “daikinis”, son los ángeles que bailan entres las nubes y serán los encargados de perpetuar el ciclo de la vida, de igual modo que lo hacen con el resto de especies con las que compartimos nuestro planeta.

Cuando alguien fallece, los monjes lamas enuncian durante varios días cantos con los pasajes del Bardo thodol, conocido como el libro de los muertos, que en realidad es una guía de instrucciones para los moribundos y los muertos que les permite alcanzar la iluminación durante el periodo inmediatamente posterior a la muerte y por algunos días más, a fin de evitar renacer e ingresar nuevamente al “samsara” que es el ciclo de nacimiento, vida, muerte. En el budismo tántrico se considera que la muerte dura 49 días y después de ello sobreviene un renacimiento en el ciclo de la reencarnación. Así, el texto da algunas recomendaciones a tener en cuenta durante ese ‘período intermedio’ conocido bajo el nombre tibetano de “bardo”. Así los monjes están ayudando al alma del fallecido a cruzar los 49 niveles o días del “bardo”.

Una vez concluido esto, los familiares se reúnen en algún lugar de las montañas y el oficiante del ritual, con un cuchillo muy afilado, corta la carne y los músculos del fallecido antes de dejar que los buitres se abalancen sobre él, para que su labor sea más rápida y sencilla. En breves minutos, todos los tejidos blandos desaparecen y los blancos huesos quedan esparcidos sobre varios metros cuadrados. En ese momento, todos los restos vuelven a ser recogidos y, sobre una roca, con hacha y cuchillo, vuelven a ser triturados y mezclados con una harina llamada “tsampa” y, de nuevo, es entregada a los buitres, que esta vez no dejarán absolutamente nada, dando por terminada su función y volviendo a elevarse hasta las nubes.

Aquí os dejo dos enlaces a videos de Youtube donde pueden observarse estos rituales, pero quiero advertiros que el contenido de estas imágenes es muy duro y puede herir la sensibilidad.

https://youtu.be/gmANsYi0U8A   y   https://youtu.be/4K_5LSL_khM

Pero este tipo de rituales no solamente se dan en el Tíbet. En la India los seguidores de la religión Zoroástrica considera al cadáver humano como un elemento impuro, por lo que está prohibido enterrar los cadáveres humanos para que no contaminen los elementos clásicos de tierra y fuego. Por esta razón los cuerpos son llevados a las "dakhmas" o Torres del Silencio donde su carne es consumida por los buitres. Una vez que los huesos toman el color blanco, por la intervención del sol y del viento, son arrojados al osario ubicado en la parte central del edificio.

Pero esta costumbre religiosa está apunto de desaparecer en la India, lo cual se considera una tragedia, por culpa de un medicamento llamado diclofenaco. En los últimos años se ha producido un grave descenso en la población de buitres en la India por el uso de diclofenaco, medicamento utilizado en mamíferos para reducir el dolor, incluido el ser humano, el cual se acumula en el cuerpo como parte normal del tratamiento; el diclofenaco ingresa entonces de forma indirecta en el cuerpo de los buitres al consumir el cuerpo del mamífero, provocándoles un fallo renal y al final la muerte de las aves. El uso del diclofenaco fue prohibido en India a partir del 2005 como medida para protección de las aves ya que la reducción en la población de buitres ha hecho que entren en la clasificación de especies sumamente vulnerables.

Esto ha llevado a las comunidades parsis o zoroástricas a considerar seriamente la posibilidad de llevar a cabo planes de reproducción asistida de estos animales con el fin de poder continuar con sus ritos funerarios.

Ya no se ven buitres en el cielo de Bombay y Delhi, al igual que en el resto del país. Más del 97% de los buitres de la India ha muerto. El motivo de esta catástrofe tiene nombre y se llama diclofenaco y para evitar la extinción de los buitres, que desempeñan una función social vital en la India, ya que se alimentan de los cuerpos muertos de los animales previniendo que éstos se pudran lentamente y esparzan enfermedades e infecciones, el Gobierno indio decidió finalmente prohibir la producción y venta de diclofenaco.



¿Pero como se llegó a la conclusión de que el medicamento producía la muerte de los buitres?. Fue en la década de 1990, en el Parque Nacional Keoladeo Ghana del Rajastán, cuando se percibió por primera vez la drástica desaparición de los ejemplares de buitre dorsiblanco bengalí (Gyps bengalensis), una de las seis especies que habitan en la India. El Parque estaba considerado el mayor hogar de estas aves y después de realizar muchos estudios tanto en las aves muertas como en los restos de carroña de las que se alimentaban expertos en veterinaria y en biología apuntaron hacia el diclofenaco; pero el Gobierno indio no intervino. Como afirmo Shripard Kulkarni, de la Sociedad de Historia Natural de Bombay, “la muerte de los buitres puede ocurrir por motivos diversos, incluso por causas naturales. Sin embargo, ello no causaría una disminución tan súbita y rápida. El medicamento les provoca un fallo de riñón, se vuelven letárgicos, se les puede ver con sus cabezas colgando entre las patas y mueren a los pocos días de haberse intoxicado” según la agencia Trust Press of India. “Más del 97% de los buitres de la India han muerto. Funcionalmente, se han extinguido”, explicaba R. D. Jakati, director de Fauna del estado indio de Haryana.

La comunidad parsi acogió con satisfacción la medida del Gobierno ya que como hemos comentado anteriormente para sus seguidores es preceptivo no enterrar a sus muertos, como hacen los cristianos o musulmanes, ni incinerarlos, como los hindúes, sino depositarlos en las Torres del Silencio donde los buitres devoran sus cadáveres. Los parsis necesitan que los buitres vivan para poder morir, de ahí su dependencia de estos carroñeros. 
Ante la alarmante desaparición los buitres los seguidores de esta religión zoroástrica optaron por instalar paneles solares en la Torre del Silencio de Malabar Hill para intentar hacer desaparacer los cadaveres de sus muertos. “Pero teológicamente es una idea equivocada, pues de hecho la placa solar quema el cadáver. El calor generado es de 125 grados centígrados, lo cual deja el cuerpo chamuscado, además los paneles no funcionan durante los monzones” indicaba Khojeste Mistree experto en estudios zoroástricos. Khojeste Mistree solicitó en 2001 la primera licencia para construir un criadero de buitres en Bombay, se trataba de una medida temporal para poder cubrir las necesidades para poder celebrar según sus creencias las muertes de seguidores de la religión Parsi que ocurren en la ciudad de Bombay. 



¿Pero que es el diclofenaco?

El diclofenaco es un antiinflamatorio no esteroideo semejante al ibuprofeno que se prescribe normalmente en EEUU a pacientes con artritis. Pero en la India y Europa es proporcionado al ganado porque es barato. Lo cual ha provocado el primer gran caso de daño ecológico producido por un fármaco.

La prohibición de la fabricación y venta de diclofenaco en la India con propósitos veterinarios ha sido acogida con gran satisfacción por la comunidad científica internacional, quien ha recomendado su sustitución por meloxicam, otro antiinflamatorio no esteroideo que parece ser igual de efectivo en el ganado sin ser tóxico para los buitres, incluso en altas dosis.

¿Por qué no lo prohíben? 

Francisco de Quevedo en 1603 ya nos señaló que “Poderoso Caballero es Don Dinero” y para los políticos europeos es más fácil rendirse a las presiones de los lobbies farmacéuticos que cuidar la biodiversidad y la salud de los ciudadanos (culpa nuestra nosotros les votamos). 
Debemos también saber que la Agencia Europea del Medicamento advirtió que el uso del diclofenaco conlleva un riesgo adicional de ataques cardíacos que los médicos que recetan el medicamento deberían tener en cuenta. Una investigación, publicada en Journal of Applied Ecology, confirma que el uso de diclofenaco como medicamento veterinario podría llegar a ser responsable de la muerte de hasta 6.000 ejemplares de buitres leonados en España. El uso de esta droga, que ya ha provocado la práctica extinción de tres especies de buitre en Asia, está autorizado tanto por el Gobierno español como por la Unión Europea que, de hecho, ha aprobado dos nuevos medicamentos –Diclovet y Dolofenac– que incluyen este compuesto.

Los autores de la investigación se unen a SEO/BirdLife y BirdLife Europe para reclamar la prohibición del uso de diclofenaco en España dado que existen alternativas médicas que no ocasionarían ningún daño a los buitres. Según sus conclusiones, podrían llegar a morir hasta un máximo de 6.389 ejemplares anuales lo que indica un potencial declive poblacional de hasta el 7,7% anual.
El uso de diclofenaco en Europa, que ahora se verá reforzado con dos nuevos medicamentos en el mercado, afecta especialmente a España, que acoge al 95% de la población reproductora de buitre leonado de Europa, una especie protegida tanto por las autoridades comunitarias, como nacionales y autonómicas. De acuerdo con los datos de SEO/BirdLife, el estado de conservación de las poblaciones ibéricas –con cerca de 26.000 parejas– es de los mejores del mundo, dado del declive generalizado de estas aves en Asia y en África.

El declive de los buitres leonados en España no sólo es un problema ambiental, sino también económico, ya que su actividad carroñera evita el tratamiento e incineración de unas ocho mil toneladas de restos animales cada año. De esta manera, no solo se ahorran millones de euros en gestión de residuos, sino que además se evita la emisión de cientos de miles de toneladas de CO2 al año. Asunción Ruiz, de Seo-Birdlife, a declarado que: “Evitar un declive en las poblaciones de buitres de nuestro país está en manos del Gobierno, que tiene la responsabilidad de conservar a la mayor población de aves carroñeras de la Unión Europea y una de las más importantes del mundo. No podemos permitirnos que ocurra un desastre ambiental como el que ya pasó en Asia”, en la misma línea Iván Ramírez, director de Conservación de BirdLife Europe, nos recuerda que: “La Ciencia ha corroborado los datos que ya habíamos expuesto a la Comisión Europea, a la Agencia Europea del Medicamento y a las autoridades españolas: permitir el uso veterinario del diclofenaco en España es ilógico e irresponsable. Los países europeos deben tomarse en serio las evidencias científicas y seguir el ejemplo de Asia”. Juan Carlos Atienza, responsable de Gobernanza Ambiental de SEO/BirdLife, subraya: “España tiene el gran privilegio de tener las mejores poblaciones de buitres, razón por la que miles de personas acuden a nuestro país a observarlas generando un creciente negocio en el ámbito del turismo de naturaleza. Los buitres son también grandes aliados de los ganaderos evitando a muchas explotaciones costosos gastos en la recogida, el transporte y la incineración de cadáveres. Todas estas ventajas no pueden ponerse en juego solo para agrandar la cuenta de beneficios de una empresa farmacéutica. La Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios tiene que actuar pensando en el interés general y defendiendo el patrimonio natural de todos. El mundo de la conservación tiene la vista puesta en esta decisión.” Por su Parte, Luis Suárez, responsable del programa de especies de WWF España indicó que “lo que está en juego es borrar de un plumazo la cima de la pirámide trófica en nuestro territorio. El papel de los buitres es extremadamente relevante en nuestro país. Ellos evitan, entre otras cosas, la propagación de enfermedades en el campo. Conservar a los buitres prohibiendo el diclofenaco es un asunto de responsabilidad”


Para finalizar quiero recordar que deberíamos exigir a nuestros políticos que se pusieran de una vez del lado de los ciudadanos y del medio ambiente y no de los lobbies privados, que también les cuidan.

Además, los buitres que tanto nos ayudan también forman parte de nuestra cultura popular, en Aragón se creía que los buitres podían oler a los que iban a morir seis días antes de que murieran. Incluso se decía los buitres revolotean por donde iba a suceder una desgracia o donde una catástrofe iba a ser mayor, anticipándose a la jugada. Por eso, en tiempos remotos, los generales de los ejércitos observaban en qué parajes se juntaban estas aves para averiguar por dónde convenía no atacar, intentando, de esta manera, regatear los augurios del destino. 
Es sorprendente esta creencia porque la mayoría de las aves no tienen capacidad olfativa, pero estudios realizados recientemente han descubierto que algunos buitres si tienen un buen olfato; sobre todo los buitres del Nuevo Mundo, que pertenecen a la familia Cathartidae. En esta familia hay varias especies tienen un buen sentido del olfato especialmente el Aura tiñosa (Cathartes aura), algo inusual para las aves rapaces, y son capaces de oler animales muertos desde grandes alturas y hasta un kilómetro de distancia. Pero estos buitres no están emparentados con los del Viejo Mundo, que pertenecen a la familia Accipitridae, y no tienen desarrollado el sentido del olfato. 
Pero no deja de ser curioso que esta creencia popular atribuye al buitre la capacidad de oler en el Aragón de hace trescientos años y que en cierta manera es verdadera, pero en otros lugares del mundo.

Ahora la pregunta es: ¿Cómo localizan entonces los buitres su comida?

Pues la realidad es que los buitres leonados (Gyps fulvus) localizan los animales muertos por la vista, sirviéndose además de la ayuda de urracas, cuervos y algunas veces milanos. Los córvidos suelen ser los primeros en descubrir los cadáveres y con sus movimientos sugieren a los buitres la posibilidad de comida. Esto la hacen de una forma interesada ya que los córvidos no son capaces de desgarrar las partes duras de los animales muertos cosa que si pueden hacer los buitres y así después pueden alimentarse de los restos que dejen los buitres.

Otra falsa leyenda sobre los buitres es que si se dejan gallinas sueltas hay que tener cuidado porque caen los buitres en picado y se las llevan entre las patas. Otro grave error, porque los buitres no tienen los dedos de las patas retráctiles como otras aves de presa, sus patas son romas y no pueden apresar presas.


También quiero aquí resaltar las observaciones que en los años 60 del siglo pasado el biólogo y naturalista José Miguel Elósegui Aldasoro nos contó en una publicación suya:
“…Estando uno quieto los buitres paran en sus nidos, aun cuando haya gente al lado, y nunca (al menos a mí) han hecho gesto alguno de atacar en 5166 observaciones sobre buitres En el nido en todo momento, tratan de ocultar su cría con las alas si están viendo a una persona, pero no cuando solamente oyen ruido. Esto es posible que sea debido a las ovejas que a veces andan a poca distancia del nido inferior lo que me hace pensar que en ocasiones buitres y ovejas se guarecen bajo las mismas peñas, sin molestarse unos a otros. Mis observaciones se han visto interrumpidas el 11 de junio debido a que los nidos han sido destruidos y las crías muertas por algún ‘‘valiente cazador”, por lo que habrá que esperar al próximo año para proseguir observaciones.” 

Aquí podemos observar la ignorancia y torpeza de muchos humanos sobre estos animales que como ya hemos dicho nos ayudan a evitar enfermedades causadas por animales muertos.

Siguiendo con la superstición ibérica en la medicina popular encontrando cosas tan curiosas como que en Asturias antiguamente se utilizaban como remedio medicinal los “papos”, es decir el buche del buitre, para los dolores de estómago. 

Y otra tradición popular en muchos lugares de España nos hace creer que una pluma de buitre ahuyenta las serpientes y sirve de remedio a las embarazadas para asegurar un buen parto.

Por desgracia la incultura de algunas personas entre las que se encuentran algunos ganaderos, pastores y cazadores, nos trae cada poco tiempo noticias como la siguiente: 

Un pastor investigado por envenenar a 15 buitres leonados en Sierra de Zafarraya (Granada).

Si queréis leer más sobre esto: 

http://www.europapress.es/andalucia/noticia-investigan-pastor-envenenamiento-15-buitres-leonados-sierra-zafarraya-granada-20180110155228.html

Para finalizar solamente destacar que para luchar contra el uso del diclofenaco el grupo Amaral se ha unido a SEO/BirdLife, WWF España, SPEA, Vulture Conservation Foundation y BirdLife Europe en su campaña ‘No seas buitre, déjame serlo a mí’. 

Y recordar: 

Salvar a los buitres es salvarnos a nosotros.




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