NATURALEZA DESDE SIGÜENZA

Una visión de la naturaleza de Sigüenza y su comarca por Javier Munilla

viernes, 18 de octubre de 2019

LA CONCERTISTA DEL ESTÍO



Finaliza el verano y con él desaparece de nuestros bosques uno de los sonidos que más identificamos con los días calurosos; cesa el estentóreo canto de la cigarra, también conocida como chicharra.


En la Península Ibérica habitan cinco especies de cigarras, pero nosotros nos vamos a centran en la que habita los bosques de nuestra comarca, Cicada orni. Su denominación proviene del latín “Cicada” que es el nombre que recibían en latín este tipo de insectos podemos traducirlo como “cigarra” y de “orni” que proviene del término latino “Orneus” que significa “de madera de olmo, fresno o quejigo”. Por lo tanto, podemos traducirlo como “Cigarra del olmo”.

La Cigarra es un insecto perteneciente a la familia Cicadidae. Posee un cuerpo robusto con combinaciones de distintos colores: amarillo, verde, naranja, rojo, negro y pardo. Esa gana de colores junto a la lentitud de sus movimientos les permite pasar inadvertidas entre los árboles. Las cigarras tienen 4 alas, dos pequeñas posteriores que están ocultas y protegidas por las otras dos alas más grandes y visibles situadas en la parte delantera cuando el ejemplar no está volando, las alas de la cigarra en reposo adquieren forma de tejado. Las alas son membranosas y translúcidas, con las venas muy marcadas y manchas negras cerca del margen externo. El abdomen tiene segmentos rojizos y sedosas pubescencias. La cabeza muestra ojos grandes compuestos muy prominentes separados hacia ambos lados y tres pequeños ojos simples, conocidos como ocelos, situados en la parte superior. Además, posee dos antenas muy cortas que le permiten captar todo lo que ocurre en su entorno más cercano.

Las cigarras se alimentan de la savia de las plantas y para poder alimentarse han desarrollado un aparato bucal muy especializado para acceder a la sabia que circula a través del xilema de las plantas. Está formado por piezas bucales modificas llamadas estiletes, si nos fijamos bien en la cabeza de la cigarra observaremos que en la cabeza hay una zona hinchada que alberga internamente a los estiletes enrollados y también podemos observar un pico largo que lleva y conduce estos estiletes cuando son extendidos para atravesar los tejidos vegetales de plantas. Al alimentarse exclusivamente de savia son animales preferentemente arborícolas, aunque también las podemos observar sobre plantas herbáceas.


Las cigarras son conocidas porque en los días de intenso calor del verano se puede escuchar el canto de las cigarras machos, llamando a las hembras para formar una pareja reproductiva. Los machos cantan principalmente para llamar a las hembras a formar parejas y para avisar de posibles peligros, aunque para nosotros es muy difícil distinguirlo son cantos distintos. Los únicos que cantan son los machos y en realidad no cantan, mas bien podemos decir que resuenan, ya que poseen un órgano productor de sonido, que se encuentra situado a cada lado en la base del abdomen. Ese órgano consta de membranas quitinosas llamadas timbales y de sacos con aire que funcionan como cajas de resonancia. Puede observarse en la parte delantera del abdomen en su unión con el tórax un opérculo ocultando y protegiendo los órganos de sonido. Como hemos visto en realidad no es un canto es un toque de percusión pero para no liarnos seguiremos llamándolo canto.

El canto es recibido por ambos sexos, machos y hembras, por medio de los órganos auditivos ubicados en el tórax y constituidos por tímpanos, como las hembras están pendientes de la llamada de los machos tienen los tímpanos más grandes para recibir mejor la señal acústica. Estudios realizados en el año 2008 por  la universidad de Coimbra (Portugal) descubrieron que el canto de la Cicada orni, consiste en dos frecuencias altas de elevado nivel, aproximadamente 3000 Hz y 6000 Hz.  Otra curiosidad del canto de las cigarras es que debido a la diferencia de presión que se produce en el órgano reproductor del sonido los machos pueden llegar a morir mientras cantan.

Como su incesante canto puede atraer a los depredadores la cigarra se camufla perfectamente entre la corteza y ramas de los árboles gracias a su colorido, además cuando detecta la cercanía de un posible depredador deja de emitir su sonido y permanece inmóvil.

Es a finales de junio o primeros de julio, dependiendo de la climatología, cuando hacen su aparición las cigarras adultas y es en esos momentos de más calor cuando los machos comienzan su canto, que puede llegar a los 158 decibelios que es más que el despegue de un avión, invitando a las hembras al apareamiento. Cuando las hembras escuchan la llamada se acercan a los machos y tiene lugar el cortejo en el que las cigarras se tocan y agarran mutuamente con sus patas de forma repetida y al final de este proceso se aparean en ese mismo lugar.

La hembra una vez fecundada perfora con su oviscapto, pieza especializada en la puesta de huevos que se encuentra al final del abdomen, la corteza de los brotes jóvenes del árbol y deposita unos 300 huevos. Al poco nacen larvas que inmediatamente se dirigen hacia el suelo, donde excavarán una galería con sus potentes patas delanteras adaptadas para esta misión. El desarrollo juvenil consta de cinco mudas o estadios ninfales, proceso que durará alrededor de cinco años. Las ninfas, a diferencia de los adultos, viven subterráneamente moviéndose entre las raíces de los árboles para alimentarse utilizando sus estiletes. Cuando la ninfa cumple la quinta muda y las condiciones son favorables, emerge del suelo y escala, siempre de noche, en busca un sitio protegido, comúnmente un tronco, donde se enganchará con sus patas y se preparará para su última fase vital en la cual mudará para dar paso a su fase de imago, también conocida como de adulto. Es frecuente ver prendidas de las cortezas de los árboles las exuvias o exoesqueletos vacíos de las ninfas después de salir los adultos. 

Los adultos emergen con cuidado y extienden lentamente sus alas, esperan a que estén listas para hacer su primer vuelo y luego se disponen a comenzar un nuevo ciclo de vida. Tras pasar el periodo reproductor y con la llegada de los primeros fríos las cigarras adultas mueren, esta fase de adulto dura entre 50 y 70 días aproximadamente.


La cigarra es universalmente conocida por la fábula de “La Cigarra y la Hormiga”, atribuida al griego Esopo y recreada por el francés Jean de La Fontaine y en España por el alavés Félix María Samaniego.

La recreación de Samaniego nos cuenta la historia de esta forma:

“Cantando la Cigarra pasó el verano entero, sin hacer provisiones allá para el invierno; los fríos la obligaron a guardar el silencio y a acogerse al abrigo de su estrecho aposento. Viose desproveída del preciso sustento: Sin mosca, sin gusano, sin trigo, sin centeno. Habitaba la Hormiga allí tabique en medio, y con mil expresiones de atención y respeto la dijo: «Doña Hormiga, pues que en vuestro granero sobran las provisiones para vuestro alimento, prestad alguna cosa con que viva este invierno esta triste Cigarra, que alegre en otro tiempo, nunca conoció el daño, nunca supo temerlo. No dudéis en prestarme; que fielmente prometo pagaros con ganancias, por el nombre que tengo.»
La codiciosa Hormiga respondió con denuedo, ocultando a la espalda las llaves del granero: «¡Yo prestar lo que gano con un trabajo inmenso! Dime, pues, holgazana ¿Qué has hecho en el buen tiempo?».
«Yo, dijo la Cigarra, a todo pasajero cantaba alegremente, sin cesar ni un momento.»
«¡Hola! ¿con que cantabas cuando yo andaba al remo? Pues ahora, que yo como, baila, pese a tu cuerpo.»”.

Como se puede observar la fábula no tiene mucho que ver con la biología de la cigarra, pero es una fábula y su enseñanza es moral no biológica.

La Cigarra también es protagonistas de muchas canciones que recomiendo escuchar entre las que podemos destacar la bella “Como la Cigarra” de Maria Elena Walsh interpretada por ella misma o Mercedes Sosa; el corrido mejicano “La Cigarra” de Raimundo Perez y Soto interpretada por de Lola Beltran o “Canta Cigarra” de María Ostiz.


Federico García Lorca escribió el hermoso poema “Cigarra”:

¡Cigarra!
¡Dichosa tú!,
que sobre el lecho de tierra
mueres borracha de luz.

Tú sabes de las campiñas
el secreto de la vida,
y el cuento del hada vieja
que nacer hierba sentía
en ti quedóse guardado.

¡Cigarra!
¡Dichosa tú!,
pues mueres bajo la sangre
de un corazón todo azul.
La luz es Dios que desciende,
y el sol
brecha por donde se filtra.

¡Cigarra!
¡Dichosa tú!,
pues sientes en la agonía
todo el peso del azul.
Todo lo vivo que pasa
por las puertas de la muerte
va con la cabeza baja
y un aire blanco durmiente.
Con habla de pensamiento.
Sin sonidos…
Tristemente,
cubierto con el silencio
que es el manto de la muerte.

Mas tú, cigarra encantada,
derramando son, te mueres
y quedas transfigurada
en sonido y luz celeste.

¡Cigarra!
¡Dichosa tú!,
pues te envuelve con su manto
el propio Espíritu Santo,
que es la luz.

¡Cigarra!
Estrella sonora
sobre los campos dormidos,
vieja amiga de las ranas
y de los oscuros grillos,
tienes sepulcros de oro
en los rayos tremolinos
del sol que dulce te hiere
en la fuerza del Estío,
y el sol se lleva tu alma
para hacerla luz.

Sea mi corazón cigarra
sobre los campos divinos.
Que muera cantando lento
por el cielo azul herido
y cuando esté ya expirando
una mujer que adivino
lo derrame con sus manos
por el polvo.

Y mi sangre sobre el campo
sea rosado y dulce limo
donde claven sus azadas
los cansados campesinos.

¡Cigarra!
¡Dichosa tú!,
pues te hieren las espadas invisibles
del azul.


Para finalizar comentar que la cigarra es conocida como “Chicharra” en muchos lugares y esto es debido a que su canto se produce cuando la temperatura es más alta, es decir, cuando comúnmente decimos que “nos estamos achicharrando”.





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