Finaliza el verano y con él desaparece de nuestros bosques uno
de los sonidos que más identificamos con los días calurosos; cesa el estentóreo canto de la cigarra, también conocida como chicharra.
En la Península Ibérica habitan cinco especies de cigarras,
pero nosotros nos vamos a centran en la que habita los bosques de nuestra
comarca, Cicada orni. Su denominación proviene del latín “Cicada” que es el
nombre que recibían en latín este tipo de insectos podemos traducirlo como
“cigarra” y de “orni” que proviene del término latino “Orneus” que significa
“de madera de olmo, fresno o quejigo”. Por lo tanto, podemos traducirlo como
“Cigarra del olmo”.
La Cigarra es un insecto perteneciente a la familia
Cicadidae. Posee un cuerpo robusto con combinaciones de distintos colores: amarillo,
verde, naranja, rojo, negro y pardo. Esa gana de colores junto a la lentitud de
sus movimientos les permite pasar inadvertidas entre los árboles. Las cigarras
tienen 4 alas, dos pequeñas posteriores que están ocultas y protegidas por las
otras dos alas más grandes y visibles situadas en la parte delantera cuando el
ejemplar no está volando, las alas de la cigarra en reposo adquieren forma de
tejado. Las alas son membranosas y translúcidas, con las venas muy marcadas y
manchas negras cerca del margen externo. El abdomen tiene segmentos rojizos y
sedosas pubescencias. La cabeza muestra ojos grandes compuestos muy prominentes
separados hacia ambos lados y tres pequeños ojos simples, conocidos como ocelos,
situados en la parte superior. Además, posee dos antenas muy cortas que le
permiten captar todo lo que ocurre en su entorno más cercano.
Las cigarras se alimentan de la savia de las plantas y para
poder alimentarse han desarrollado un aparato bucal muy especializado para
acceder a la sabia que circula a través del xilema de las plantas. Está formado
por piezas bucales modificas llamadas estiletes, si nos fijamos bien en la
cabeza de la cigarra observaremos que en la cabeza hay una zona hinchada que
alberga internamente a los estiletes enrollados y también podemos observar un
pico largo que lleva y conduce estos estiletes cuando son extendidos para
atravesar los tejidos vegetales de plantas. Al alimentarse exclusivamente de
savia son animales preferentemente arborícolas, aunque también las podemos
observar sobre plantas herbáceas.
Las cigarras son conocidas porque en los días de intenso
calor del verano se puede escuchar el canto de las cigarras machos, llamando a
las hembras para formar una pareja reproductiva. Los machos cantan
principalmente para llamar a las hembras a formar parejas y para avisar de
posibles peligros, aunque para nosotros es muy difícil distinguirlo son cantos
distintos. Los únicos que cantan son los machos y en realidad no cantan, mas
bien podemos decir que resuenan, ya que poseen un órgano productor de sonido, que
se encuentra situado a cada lado en la base del abdomen. Ese órgano consta de
membranas quitinosas llamadas timbales y de sacos con aire que funcionan como
cajas de resonancia. Puede observarse en la parte delantera del abdomen en su
unión con el tórax un opérculo ocultando y protegiendo los órganos de sonido. Como
hemos visto en realidad no es un canto es un toque de percusión pero para no
liarnos seguiremos llamándolo canto.
El canto es recibido por ambos sexos, machos y hembras, por
medio de los órganos auditivos ubicados en el tórax y constituidos por tímpanos,
como las hembras están pendientes de la llamada de los machos tienen los
tímpanos más grandes para recibir mejor la señal acústica. Estudios realizados en el año 2008 por la universidad de Coimbra (Portugal) descubrieron que el canto de
la Cicada orni, consiste en dos frecuencias altas de elevado nivel, aproximadamente
3000 Hz y 6000 Hz. Otra curiosidad del
canto de las cigarras es que debido a la diferencia de presión que se produce
en el órgano reproductor del sonido los machos pueden llegar a morir mientras
cantan.
Como su incesante canto puede atraer a los depredadores la
cigarra se camufla perfectamente entre la corteza y ramas de los árboles
gracias a su colorido, además cuando detecta la cercanía de un posible
depredador deja de emitir su sonido y permanece inmóvil.
Es a finales de junio o primeros de julio, dependiendo de la
climatología, cuando hacen su aparición las cigarras adultas y es en esos
momentos de más calor cuando los machos comienzan su canto, que puede llegar a
los 158 decibelios que es más que el despegue de un avión, invitando a las
hembras al apareamiento. Cuando las hembras escuchan la llamada se acercan a
los machos y tiene lugar el cortejo en el que las cigarras se tocan y agarran mutuamente
con sus patas de forma repetida y al final de este proceso se aparean en ese
mismo lugar.
La hembra una vez fecundada perfora con su oviscapto, pieza
especializada en la puesta de huevos que se encuentra al final del abdomen, la
corteza de los brotes jóvenes del árbol y deposita unos 300 huevos. Al poco
nacen larvas que inmediatamente se dirigen hacia el suelo, donde excavarán una
galería con sus potentes patas delanteras adaptadas para esta misión. El
desarrollo juvenil consta de cinco mudas o estadios ninfales, proceso que
durará alrededor de cinco años. Las ninfas, a diferencia de los adultos, viven
subterráneamente moviéndose entre las raíces de los árboles para alimentarse
utilizando sus estiletes. Cuando la ninfa cumple la quinta muda y las
condiciones son favorables, emerge del suelo y escala, siempre de noche, en
busca un sitio protegido, comúnmente un tronco, donde se enganchará con sus
patas y se preparará para su última fase vital en la cual mudará para dar paso
a su fase de imago, también conocida como de adulto. Es frecuente ver prendidas
de las cortezas de los árboles las exuvias o exoesqueletos vacíos de las ninfas
después de salir los adultos.
Los adultos emergen con cuidado y extienden
lentamente sus alas, esperan a que estén listas para hacer su primer vuelo y
luego se disponen a comenzar un nuevo ciclo de vida. Tras pasar el periodo
reproductor y con la llegada de los primeros fríos las cigarras adultas mueren,
esta fase de adulto dura entre 50 y 70 días aproximadamente.
La cigarra es universalmente conocida por la fábula de “La
Cigarra y la Hormiga”, atribuida al griego Esopo y recreada por el francés Jean
de La Fontaine y en España por el alavés Félix María Samaniego.
La recreación de Samaniego nos cuenta la historia de esta
forma:
“Cantando la Cigarra pasó el verano entero, sin hacer
provisiones allá para el invierno; los fríos la obligaron a guardar el silencio
y a acogerse al abrigo de su estrecho aposento. Viose desproveída del preciso
sustento: Sin mosca, sin gusano, sin trigo, sin centeno. Habitaba la Hormiga
allí tabique en medio, y con mil expresiones de atención y respeto la dijo:
«Doña Hormiga, pues que en vuestro granero sobran las provisiones para vuestro
alimento, prestad alguna cosa con que viva este invierno esta triste Cigarra,
que alegre en otro tiempo, nunca conoció el daño, nunca supo temerlo. No dudéis
en prestarme; que fielmente prometo pagaros con ganancias, por el nombre que
tengo.»
La codiciosa Hormiga respondió con denuedo, ocultando a la
espalda las llaves del granero: «¡Yo prestar lo que gano con un trabajo inmenso! Dime, pues,
holgazana ¿Qué has hecho en el buen tiempo?».
«Yo, dijo la Cigarra, a todo pasajero cantaba alegremente,
sin cesar ni un momento.»
«¡Hola! ¿con que cantabas cuando yo andaba al remo? Pues
ahora, que yo como, baila, pese a tu cuerpo.»”.
Como se puede observar la fábula no tiene mucho que ver con
la biología de la cigarra, pero es una fábula y su enseñanza es moral no
biológica.
La Cigarra también es protagonistas de muchas canciones que
recomiendo escuchar entre las que podemos destacar la bella “Como la Cigarra”
de Maria Elena Walsh interpretada por ella misma o Mercedes Sosa; el corrido
mejicano “La Cigarra” de Raimundo Perez y Soto interpretada por de Lola Beltran
o “Canta Cigarra” de María Ostiz.
Federico García Lorca escribió el hermoso poema “Cigarra”:
¡Cigarra!
¡Dichosa tú!,
que sobre el lecho de
tierra
mueres borracha de
luz.
Tú sabes de las
campiñas
el secreto de la
vida,
y el cuento del hada vieja
que nacer hierba
sentía
en ti quedóse
guardado.
¡Cigarra!
¡Dichosa tú!,
pues mueres bajo la
sangre
de un corazón todo
azul.
La luz es Dios que
desciende,
y el sol
brecha por donde se
filtra.
¡Cigarra!
¡Dichosa tú!,
pues sientes en la
agonía
todo el peso del
azul.
Todo lo vivo que pasa
por las puertas de la
muerte
va con la cabeza baja
y un aire blanco
durmiente.
Con habla de
pensamiento.
Sin sonidos…
Tristemente,
cubierto con el
silencio
que es el manto de la
muerte.
Mas tú, cigarra encantada,
derramando son, te
mueres
y quedas
transfigurada
en sonido y luz
celeste.
¡Cigarra!
¡Dichosa tú!,
pues te envuelve con
su manto
el propio Espíritu
Santo,
que es la luz.
¡Cigarra!
Estrella sonora
sobre los campos
dormidos,
vieja amiga de las ranas
y de los oscuros
grillos,
tienes sepulcros de
oro
en los rayos
tremolinos
del sol que dulce te
hiere
en la fuerza del
Estío,
y el sol se lleva tu
alma
para hacerla luz.
Sea mi corazón
cigarra
sobre los campos
divinos.
Que muera cantando
lento
por el cielo azul
herido
y cuando esté ya
expirando
una mujer que adivino
lo derrame con sus
manos
por el polvo.
Y mi sangre sobre el
campo
sea rosado y dulce
limo
donde claven sus
azadas
los cansados
campesinos.
¡Cigarra!
¡Dichosa tú!,
pues te hieren las espadas
invisibles
del azul.
Para finalizar comentar que la cigarra es conocida como
“Chicharra” en muchos lugares y esto es debido a que su canto se produce cuando la temperatura es
más alta, es decir, cuando comúnmente decimos que “nos estamos achicharrando”.
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