El pasado 16 de julio se cumplían 12 años del
comienzo del incendio de La Riba de Saelices.
La trágica historia comienza por
culpa de la estupidez de unas personas que se empeñaron en realizar una
barbacoa a pesar de que fueron advertidos para que no la efectuaran por el
fuerte viento que hacía.
Consecuencia, murieron 11 personas pertenecientes al
retén contra incendios
de Cogolludo y se quemaron 12.887’37 Ha, o como dicen
mucho en televisión
el equivalente a 25.774 campos de fútbol, de las cuales
12732’73 Ha fueron de masa forestal. Este incendio permaneció activo desde el día
16 hasta el día 20 y no fue considerado sofocado totalmente, por miedo a que
los rescoldos pudieran volver a activarlo en algunos lugares, hasta el día 2 de
agosto según fuentes del Ministerio de agricultura, Alimentación y Medio Ambiente.
Estos antecedentes son importantes porque estamos en
el mes de agosto, que es históricamente el mes donde se alcanza el número
máximo de siniestros, seguido de julio y septiembre. Pero sobre todo porque si
tomamos los datos de la última década (2001-2010) de los 170.822 incendios que
se produjeron en España más del 78% fueron causados por personas. Para ser más
exactos 93.489 fueron intencionados, 39.825 causados por negligencias como la
de los excursionistas de La Riba de Saelices, 26.267 por causas desconocidas
(aquí puede que más de uno tengan como causa la mano de los seres humanos),
7.499 causados por rayos y 3.742 por reproducción de fuegos que se creían extinguidos.
Por lo tanto, y con estos datos, creo que es muy
necesario que nos sensibilicemos sobre el peligro que podemos generar no solo
al medio ambiente sino también a la vida de muchas personas. Siguiendo con los
datos en esa década (2001- 2010) por culpa de los incendios forestales en
España fallecieron 68 personas, 51 miembros del personal de extinción de
incendios y 17 ciudadanos ajenos al personal de incendios. La mayoría de estas
17 personas fallecieron intentando huir del incendio o atrapados en sus viviendas como ocurrió en
los incendios de Riotinto (Huelva) en 2004 o Arenas de San Pedro (Avila) en
2009.
Recordar que los incendios accidentales se originan
a partir de colillas, vidrios abandonados que hacen efecto lupa, barbacoas,
incendios en viviendas cercanas al monte, quema de rastrojos, fuegos
artificiales,…Es importante tener mucho cuidado donde aparcamos el coche ya que
la alta temperatura que alcanza el catalizador puede provocar que si hay
hierbas debajo de nuestro vehículo estas comiencen a arder.
Debemos recordar
que el monte es vida, en él viven árboles, arbustos, pequeñas plantas, animales
y hongos. Y no solamente viven en él, sino que necesitan de él para vivir. Cuando
ha pasado un incendio por el monte el silencio se apodera de él, os puedo
asegurar que es espeluznante esa sensación de muerte, ese silencio denso que se
siente en un monte arrasado por el fuego porque todos los animales han
desaparecido y ni siquiera quedan hojas por las que el viento pueda silbar ya
que las plantas, arbustos y árboles ya no están. En poco tiempo se ha destruido
lo que la naturaleza ha tardado tantos años en crear. La regeneración de un
bosque después de un incendio está estimada en 130 años de media.
Y no todo termina cuando el fuego ha sido apagado,
las funestas consecuencias de un incendio forestal perduran muchísimo tiempo y
no solamente en el lugar donde se ha producido sino también en zonas más o
menos cercanas al lugar siniestrado. Pensar que con el fuego aumenta tanto la temperatura
del suelo que mata a todos los microorganismos que vivían en él y la materia orgánica
ya no se transforma y el suelo pierde fertilidad con lo que es más difícil que
vuelva a crecer el bosque. Se ha eliminado toda la vegetación que sujetaba el
suelo y cuando llueve tras el incendio el agua corre con más facilidad por la superficie,
arrastrando el suelo y las cenizas, estas son arrastradas y terminan en arroyos
y ríos llegando a contaminarlos y eliminando mucha fauna y flora de esos ríos.
Además esas lluvias pueden provocar
deslizamientos de tierras que pueden afectar a poblaciones o construcciones
cercanas.
Recordar que si os encontráis en medio de un
incendio forestal nunca debéis huir ladera arriba,
salvo que esté muy despejado, ya que si hay
combustible el fuego corre más que nosotros.
Tampoco huiremos por una vaguada, el fuego
sube por ella como por una chimenea y a gran
velocidad. Lo que haremos será intentar bordear
el fuego buscando un punto con menos fuerza
para pasar a un claro o una carretera.
Hace unos años el ministerio de medio
ambiente puso en marcha una campaña de sensibilización contra los incendios
forestales con obras de teatro infantiles, si alguna compañía, colegio, grupo
de teatro o asociación quiere representarlas se las puedo hacer llegar. Es otra
forma de ayudar a proteger nuestros bosques y concienciar a las generaciones
futuras.
Para finalizar quiero que este articulo
sea un homenaje a todas las personas que año tras año combaten los fuegos
forestales (Agentes de forestales, bomberos, retenes, voluntarios, etc.…).
Gracias de corazón por vuestro esfuerzo y por arriesgar la vida cada vez que
por desgracia tenéis que actuar para extinguir un incendio.
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