NATURALEZA DESDE SIGÜENZA

Una visión de la naturaleza de Sigüenza y su comarca por Javier Munilla

martes, 29 de enero de 2019

LAVANDERA BLANCA, LA ALEGRE MENSAJERA DEL FRÍO


El título de este artículo se lo debemos a José Mondéjar que definió a la pequeña “lavandera blanca” como la alegre mensajera del frío, y creo que no podremos hallar una definición más bella para este pequeño pájaro.


Con la llegada del frío más intenso llegan a la Península Ibérica gran cantidad de lavanderas blancas procedentes de el Norte de Europa, y por ese motivo en muchos lugares de España a esta pequeña ave se la conoce como “Aguzanieves” o “Pajarita de las Nieves”. En Sigüenza se las conocía como “Neveritas”. 

Aunque muchas de ellas viven todo el año entre nosotros, es en esta época del año cuando se las puede observar más habitualmente dentro de nuestros pueblos porque muchas de ellas buscan refugio, comida y el calor de nuestros pueblos en los parques y entre los huecos y rendijas de nuestras casas.

En la “Lavandera blanca” (Motacilla alba), lo primero que nos llama la atención es su plumaje gris, negro y blanco. El dorso es de tonos grises, la parte ventral es blanca al igual que la cara. La cara esta enmarcada por el negro de la nuca (píleo), la garganta y el pecho. El tamaño de estas manchas negras de la cabeza nos ayuda a diferenciar a los machos de las hembras y jóvenes. Es un ave muy esbelta de cola larga y estrecha cuyo centro es de color negro y los bordes blancos. Todas las especies de “lavanderas” poseen un caminar muy característico que podrimos definir de correteo, moviendo la cabeza adelante y atrás y agitando constantemente la cola arriba y abajo. Este movimiento tan particular de la cola le ha proporcionado su nombre en inglés “Wagtail” que es la unión del verbo “Wat” = menear, agitar, oscilar y “tail” = “cola”.


Tan característico es su andar que atrajo la atención de poetas y como nos muestra Francisco Rodríguez Marín en su antología de cantares amorosos titulada “El Alma de Andalucía en sus mejores coplas amorosas”, hay algunas coplas que evocan el garbo y la gracia ligera del andar apresurado y liviano de la amada comparándolo con el andar de nuestra protagonista:

“Parece mi morena
cuando va a misa,
pajarita de las nieves,
que anda y no pisa.”

O esta otra:

"Eres como la aguanieve:
garbosita en el andar, 
poca carne, mucha pluma
y durita de pelar."  


Solemos observarlas moviéndose de un lado a otro lado, rebuscando en el suelo para encontrar sustento. Camina incansablemente por los campos, parques o calles picoteando buscando alimento; su dieta consta de una gran variedad de insectos terrestres y acuáticos, aunque destaca el consumo de larvas y adultos de moscas y mosquitos. 
Como hemos comentado su técnica de caza consiste en la búsqueda y el picoteo en el suelo o en aguas someras, con ocasionales persecuciones andando o en vuelo. Esa costumbre de buscar comida correteando por el suelo tiene lamentables consecuencias porque se les enredan hilos y fibras entre los dedos de las patas, estos acaban necrosándose y perdiéndolos definitivamente. Así que es común observar ejemplares a los cuales les faltan uno o varios dedos y hasta algunos que han perdido todos los dedos y la pata se les queda como un alambre.


En época de cría ocupa ambientes muy variados, en muchos casos con influencia humana y próximos al agua, tales como ríos, arroyos, charcas, pastizales, huertos, regadíos y parques. Y es de su tendencia a ocupar los cursos de los ríos de donde proviene su nombre más común, ya que antaño cuando las mujeres bajaban a los ríos y lavaderos a lavar la ropa allí se encontraban a esta pequeña ave, que por lo general acepta de buen grado la proximidad de las personas. Y de aquí proviene el nombre común de “lavanderas” de las distintas especies de estas aves y en el caso que nos ocupa el apellido de “blanca” por ser el color que más resalta en esta especie.



El periodo de cría se extiende entre abril y agosto, y en nuestra zona suele efectuar dos puestas. Mientras esta en época de cría es muy territorial. El nido, construido por ambos sexos, consiste en un cuenco de ramas y hierba seca, puede estar situado en taludes fluviales, rocas, puentes, edificio, muros e incluso troncos de árboles. La puesta suele ser de entre cuatro y seis huevos, de color blanquecino con finas motas, que son incubados por ambos sexos durante unos 12 días. Dos semanas después los pollos abandonan el nido, aunque son cebados al menos una semana más.

También son muy populares las coplas sobre el lugar elegido por estas aves para anidar, aunque no son muy acertadas.

“Pajarica de las nieves,
di donde tienes el nido.
Al otro lado de la sierra
en un romero florido.”

O esta que es muy parecida.

“Pajarito de la nieve,
dime ¿Dónde tienes el nido?
Lo tengo en un pino verde,
en una rama escondido." 



Las principales amenazas para esta especie proceden de la pérdida de hábitat por
cambios en los usos del suelo, la urbanización de las zonas cercanas a arroyos y ríos, el abuso en el empleo de plaguicidas, las molestias en dormideros o los gatos domésticos en las poblaciones de pueblos y ciudades.

Para finalizar veamos algunos ejemplos de lo apreciadas y respetadas que eran estas aves en las tradiciones tanto de España como del resto de Europa:

En muchos lugares de la España rural se creencia popular nos advertía que, si alguien mataba a una lavandera, morirá su mejor animal y, si no, un familiar del autor de la muerte del ave.



En Alemania es considerada como la patrona de los cerveceros y sus clientes. El mito nació hace siglos en el estado de Hessen, en este estado las tabernas producian su propia cerveza en el lugar de venta y el aroma emitido por el proceso de elaboración atraía a varias especies de aves, pero la lavandera sabía aprovecharse mejor de los residuos producidos por los cerveceros que ninguna otra. Y así nació la creencia de que, si una persona daba de comer a una lavandera, ésta le enseñaría el camino de vuelta a casa en caso de estar muy embriagado para encontrarlo.

En otros países la “Lavandera blanca” está asociada al enamoramiento y se dice que cuando una persona ve a una lavandera menear su cola en el mes de mayo, esta persona estará enamorada antes de finalizar el año. Y si los que la observan son una pareja ya formada significa que su unión es perfecta como si los dos fuesen uno.

En Grecia, la tradición se parece mucho a la española ya que las lavanderas eran consideradas compañeras de los pastores, carreteros y boyeros, que veían en ella un espíritu protector para sus rebaños. Por eso prohibieron matarla, para evitar el peligro de que volviera una antigua maldición echada sobre sus reses.


  
Ahora veremos el melancólico romance “PAJARITA DE LAS NIEVES” del dramaturgo granadino Antonio Joaquín Afán de Ribera, publicado en 1899 en el cual se dan cita todos los tópicos que la tradición popular a adjudicado a esta bella ave.

"Pajarita de las nieves, 
de los fríos mensajera,
que en los hielos del arroyo
sin temores jugueteas.

Y en los surcos que la escarcha 
endurece como piedra,
con tu pico agudo buscas 
la semilla de la siembra.

Bajo tu leve plumaje
has de tener una hoguera,
cuando resistes ufana
del invierno la inclemencia.

 Te miro moverte a saltos
al borde de las acequias,
por eso el vulgo te llama
"nevatilla" o "lavandera".

Tú no sabes que produce 
tu alegría, en mí, tristeza,
 recordando las venturas 
que gocé en la primavera.

Ya los árboles sin hojas
grata sombra no me prestan, 
ni el amante ruiseñor
trinos lanza en la arboleda.

Ese viento embravecido
eco fúnebre asemeja,
y los copos de la nieve 
el sudario representan.

De entre un cielo tormentoso 
sol con nubes no calienta,
y la lluvia con su ruido
cual las noches me desvela. 

Si del tallo quiere alzarse
atrevida la violeta,
una gota de rocío
al helarla, me la quema. 

Pajarita   del   invierno, 
huye donde no te vea,
y torne la golondrina,
mi amiga, mi compañera.

En un ángulo, en la torre, 
allí su nido conserva;
lo guardo como reliquia,
tal vez no viva a su vuelta. 

Tú a mi corazón helado, 
ninguna ilusión le llegas,
sólo esperanza, si huyes,
de que otra estación se acerca.

Pajarita de las nieves, 
yo celebro tu belleza;
más si está blanco el cabello,
llama ardiente se desea."


Espero que a partir de ahora cuando observéis a la pequeña lavandera blanca paseando por las calles, parques y campos de nuestros pueblos la veáis con distintos ojos y os detengáis un momento a disfrutar de su grácil andar.






miércoles, 9 de enero de 2019

LA SETA DE SANTA CLAUS



Desde hace unas décadas en España las grandes empresas dedicadas al consumo han conseguido imponer muchas costumbres foráneas, sobre todo anglosajonas, para incrementar su volumen de ventas, hay muchos ejemplos Fiestas de graduación, Halloween, Black Friday, Ciber Monday o Santa Claus.

Y como ya sabemos desde hace muchos años en Navidad además del típico Belén, nuestras casas y plazas se adornan con árboles de Navidad, menos mal que cada vez son más conos de luces que verdaderos árboles, Flores de Pascua, etc. Además, para los más pequeños de la casa el protagonismo de estas fechas ya no es exclusivo de los Reyes Magos ahora sus Majestades de Oriente deben compartir su cariño con Papa Noel. 


Por este motivo el artículo del mes de diciembre se lo dedicamos a una seta, muy común en nuestros bosques, que está muy unida a la leyenda de Santa Claus. 

Santa Claus, Papa Noel o San Nicolás son los distintos nombres por los que se conoce al personaje que según muchas culturas occidentales trae regalos a los niños en Navidad y que para poder transportar los regalos, los guarda en un saco mágico y los entrega viajando en un trineo mágico, tirado por renos voladores

Pues es muy probable que muchos vestigios de esta tradición sean producto de la unión de los seres humanos y una seta conocida como Amanita muscaria.


La Amanita muscaria, comúnmente conocida como “seta de los enanitos”, es una seta tóxica con una cutícula, la piel del sombrero, de color rojo escarlata que con el tiempo se vuelve naranja parduzco, posee numerosas motas blancas que son los restos de la volva original y que en época de lluvias pueden desaparecer, así mismo la lluvia puede clarear la cutícula del rojo al naranja claro. El sombrero tiene los bordes estriados, con láminas blancas, su pie es blanco, con anillo amplio, colgante y persistente. La base del pie es claviforme, rodeado de una volva, blanca, fugaz, a manera de verrugas que componen círculos incompletos. Su carne es blanca, con tonos anaranjados cerca de la cutícula. 

Es una seta tóxica porque contiene hemolisinas y dos tipos de venenos, muscarina y atropina. Produce el síndrome Micoatropínico, de propiedades neurotrópicas y alucinógenas.

La Amanita muscaria es una seta unida a infinidad de leyendas, mitos y usos desde tiempos ancestrales. Pero como ya hemos mencionado en este articulo nos centraremos en las relacionadas con Santa Claus.

La historia comienza en Siberia y Laponia donde las Amanitas muscarias eran consumidas por los chamanes de algunas tribus. Estos chamanes secaban las setas al sol y una vez secas se las comían. Podían comérselas ya fuera solas o remojadas con agua, leche de reno o con el jugo de varias plantas dulces. Si se iban a comer solas se debían humedecer primero en la boca, o bien, una mujer no dejaba de ensalivarlo hasta formar una bolita que consumía el chaman. Los chamanes tenían como principal función servir a su comunidad entrando en contacto con el mundo espiritual y poder sanar enfermedades, etc. Para lo que en muchas ocasiones ingerían amanitas al igual que usaban la percusión y el canto para entrar en trance. Pero no eran solamente los chamanes los únicos consumidores de estas setas dentro de la tribu, la Amanita muscaria también era ingerida por el resto de la tribu para conseguir una mayor capacidad de resistencia al trabajo físico y para complementar la dieta de la zona, muy baja en vitamina D, muy necesaria para mantener los huesos fuertes. 

Por ese motivo una de las tareas de los chamanes era repartir las codiciadas setas por las tiendas de los miembros de la tribu colgando las amanitas en las tiendas a modo de regalos. Los chamanes suponemos que por experiencia transmitida a través de los tiempos sabían que muchos de los efectos negativos del uso de la amanita muscaria se compensaban consumiéndola seca, es por ello que los chamanes y miembros de la tribu, las secaban colgándolas de los pinos o dejándolas reposar cerca del fuego. Puede ser este el motivo de que en las culturas del Norte de Europa los arboles de navidad se decoren con figuras en forma de Amanita muscaria.


Algunos estudios antropológicos, han teorizado que, en ocasiones, debido a las abundantes nevadas que dificultaban el acceso a las tiendas, los chamanes entraban por las chimeneas con su saco para repartir las amanitas y otras plantas medicinales. Con el paso de los años esta costumbre ha podido transformarse en la cultura popular dando lugar al mito de un personaje que trae regalos entrando por la chimenea, y dar así paso a la tradición de que Santa Claus entra por las chimeneas para dejar los regalos.

La leyenda nos dice que Santa Claus reparte los regalos a los niños que han sido buenos en un trineo tirado por renos, pues puede que esta tradición surja de una antigua leyenda del Círculo Polar Ártico donde encontramos los primeros vestigios de la leyenda de Joulupukki.  El nombre de Joulupukki literalmente significa Cabra de Navidad que procede de la tradicional imagen de la cabra como símbolo navideño en los países escandinavos. La palabra finesa "pukki" proviene de la palabra sueca "bock", que significa "ciervo" o "macho cabrío". En Finlandia el padre de familia, o un pariente o vecino disfrazado de Joulupukki, entra por la puerta principal y a su llegada, pronuncia su tradicional pregunta "¿Onkos täällä kilttejä lapsia?" (¿Hay aquí niños que hayan sido buenos?), a la que le sigue un "¡Siiii!" apasionado de los niños, que le reciben vestidos de gnomos. Y entonces Joulupukki procede a repartir los regalos entre los niños. Los documentos más antiguos sobre esta tradición datan de principios del siglo XIX. Joulupukki habitualmente lleva ropa cálida y de color rojo, utiliza un bastón y viaja en un trineo tirado por sus renos. 

Pero claro a Santa Claus le sería muy difícil conseguir repartir regalos a todos los niños que han sido buenos alrededor del Mundo trasladándose en un trineo tirado por renos y por eso los renos de Santa Claus son voladores. Y de la unión de la leyenda de Joulupukki y el uso de la Amanita muscaria como enteógeno, sustancias vegetales con propiedades psicotrópicas que cuando se ingiere provoca un estado modificado de conciencia, nació la leyenda de los renos voladores de Santa Claus.


Y cual es la raíz de la leyenda de los renos voladores, pues el origen de los renos voladores proviene de la población aborigen Sami de la Laponia finlandesa, que es la población indígena más antigua de Europa. Los Sami son una tribu cuya principal actividad era el pastoreo y cría de renos en los bosques del Círculo Polar Ártico. En esos bosques al igual que en una inmensa mayoría de los bosques del del planeta Tierra crece la Amanita muscaria y se sabe que los renos las buscan y comen incluso buscándolas bajo la nieve durante los fríos días del otoño e invierno. A la Amanita muscaria por sus propiedades alucinógenas se le atribuye un vínculo mágico con los renos en Escandinavia, ya que es su comida favorita, y se sabe que desde tiempos remotos existe un estrecho vínculo entre la vida de los renos y el pueblo Sami. Antiguamente los chamanes sami solían alimentar a los renos con la Amanita muscaria para poder utilizar sus propiedades en los rituales adivinatorios. Se desconoce si la Amanita producía los mismos efectos en los renos que en los chamanes, en cualquier caso, los chamanes sabían que consumir las amanitas muscaria era muy peligroso y por este motivo se las daban de comer a los renos y después los pastores seguían a los renos para recolectar su orina, ya que el riñón del reno filtraba y separaba las sustancias toxicas del muscimol y el ácido iboténico que son las responsables del efecto psicotrópico y que posteriormente serían expulsadas a través de la orina. Una vez recolectada la orina del reno se utilizaba por los chamanes como alucinógeno para conseguir trances, experiencias espirituales y visiones en las que experimentaban estar volando o de que todo a su alrededor flotaba.


Una última coincidencia. Los colores de Santa Claus son el blanco y el rojo, que curiosamente son los colores de la Amanita muscaria. ¿Casualidad?

Para finalizar recordar que la Amanita muscaria es una seta altamente tóxica y en muchos casos su consumo puede provocar la muerte del consumidor. 

Por lo tanto, recomiendo:

“NUNCA CONSUMIR AMANITA MUSCARIA”.