“Además de calígrafo lleva los renglones puestos”
(Joaquín Araujo)
En muchas ocasiones cuando salgo a observar aves, tanto en espacios naturales como por dentro de nuestro pueblo, suelo encontrarme con algunas personas que se interesan por lo que estoy haciendo. Por lo general, cuando les digo que estoy observando los pájaros, sobre todo dentro de los pueblos, se sorprenden porque como una vez me dijo un señor, que paseaba por la ronda seguntina: “Pero no te cansas de ver siempre gorriones, jilgueros, urracas y tordos”. Me hizo mucha gracia y comenzamos una entretenida conversación sobre la gran variedad de aves que podíamos observar allí mismo donde estábamos, entre los que se encontraban además de los que él me había nombrado mitos, verderones, picapinos, pitos reales, pinzones, petirrojos, colirrojos, trepadores azules, agateadores comunes, abubillas, verdecillos, luganos, roqueros solitarios, aviones comunes, aviones roqueros, golondrinas, escribanos, etc. Y como podíamos observar unos u otros dependiendo de la época del año en que nos encontráramos.
Mientras hablábamos en la rama de un saúco, más o menos cercano, se posó un ave del tamaño de un gorrión con colores pardos y grisáceos. Mientras lo fotografiaba, mi acompañante ocasional me comentó: “Ves, solo hay gorriones”. Mi respuesta fue: “Espera un momento y ahora cuando acabe de fotografiarlo te muestro que lo que tu piensas que es un gorrión en realidad es un precioso Escribano montesino”. Al momento, nuestro amigo cambio de posadero y aproveché para mostrarle la fotografía, no muy buena ya que salia algo movida, de lo que él pensaba que era un gorrión. La verdad es que se sorprendió mucho y le pareció un pájaro precioso, asombrándose del bello dibujo de su cabeza y los distintos matices de su plumaje. Seguimos hablando sobre aves un rato más y después cada uno continuó su camino.
Pero lo mejor es que alguna vez más me lo he vuelto a encontrar y siempre que puede se une a mi paseo y va descubriendo cada día ese otro tesoro que poseemos en Sigüenza que son las distintas aves que nos rodean. Su afición es cada día más grande y ya está pensando en comprarse unos prismáticos para poder observar mejor a las distintas especies de aves que observar en sus paseos. En homenaje a ese pajarillo que despertó la afición a la ornitología en esta persona, el artículo de este mes está dedicado al Escribano montesino (Emberiza cia).
Su nombre científico “Emberiza” proviene del antiguo germano emmeritz o embritz que es la palabra que designaba al escribano, y “cia”, es como conocían comúnmente a esta ave en genoveses, por el sonido de su canto de llamada. Supongo que alguno de vosotros os preguntareis y porque le pusieron el nombre de “Escribano”. El nombre de “Escribano” proviene del dibujo de los huevos de esta familia de aves pues están surcados por líneas como las que, realizada un escribano para limpiar los restos de tinta de la pluma, además en castellano se le bautizó como “montesino” por el hábitat donde vive.
Fotografía de Didier Descouens |
El escribano montesino es un ave de tamaño parecido al gorrión común, pero con la cola más larga, su plumaje es pardo con franjas de color oscuro, lo que dificulta su observación debido al efecto de camuflaje que resulta de esta combinación de colores. Destaca su cabeza gris con tres bandas de color negro azabache en los machos, pardo negruzcas en las hembras; las tres listas ocupan: Una a ambos lados del píleo, otra pasa a través del ojo y la tercera enmarca la mejilla. Su pico es pequeño, de color negro en su parte superior y gris claro la inferior y sus ojos son oscuros. El plumaje dorsal es de color pardo con bandas de color negro, en el plumaje del pecho pueden distinguirse los sexos ya que en el macho es de color gris más contrastado y en la hembra es un poco más claro. Su cola es larga en comparación con su cuerpo. Fuera de la estación reproductora, los machos se asemejan a las hembras y a los inmaduros. El joven presenta un plumaje parduzco y fuertemente estriado en el pecho; la cabeza es marrón-ocre y no presenta bandas laterales.
El hábitat característico son las laderas de montaña empinadas y pedregosas con zonas de vegetación herbácea, arbustos espinosos y árboles dispersos. En invierno desciende hasta sotos fluviales, bosques abiertos con abundancia de sotobosque, matorrales y áreas cultivadas e, incluso, en parques y jardines. Sin ir más lejos es fácil observarlo en Sigüenza por la zona de la ronda o en Pelegrina en las proximidades de las ruinas del castillo.
La especie come, principalmente, semillas de gramíneas, así como yemas, brotes y frutos diversos. En primavera y verano incorpora a la dieta gran variedad de insectos y otros invertebrados que recoge del suelo y la vegetación baja. Como sucede en otras especies de aves mayoritariamente granívoras, los pollos son alimentados con invertebrados.
Su vuelo es lento, ondulante y a poca altura del suelo. Su costumbre es ir comiendo lo que va encontrando por el suelo, dando pequeños saltos de piedra en piedra. También se suele posar en pequeños arbustos desde donde otear el territorio.
Los escribanos montesinos son fieles al territorio donde anidan año tras año y defienden su territorio contra otros machos jóvenes que intenten ocuparlo. Todas las observaciones realizadas sobre una población de escribanos montesinos anillados a lo largo de años han mostrado que el macho viejo siempre ganaba esta batalla territorial. Hasta su desaparición, los machos ocupaban el mismo territorio una y otra vez, observándose en algunos casos machos que han ocupado un mismo territorio hasta ocho años consecutivos. Las hembras también suelen regresar al territorio ocupado el año pasado, en un caso observado una hembra estuvo durante cuatro años emparejada y criando con el mismo macho. Si un macho ya está emparejado cuando llega la hembra, está buscará un nuevo pretendiente. Lo curioso de estas observaciones que acabamos de mencionar es la edad de los individuos, ya que la edad media en libertad de los machos es de dos años y medio años y la de las hembras de dos años. Pero cabe destacar que el individuo de esta especie de más edad que se ha observado tenía nueve años.
En el mes de febrero ya podemos observar a los machos de escribanos defendiendo su territorio de cría de otros machos a la espera de que las hembras empiecen a mostrarse receptivas para la cópula. El periodo reproductor suele comenzar a finales de abril y concluir a principios de julio. El nido se coloca, por lo general, cerca del suelo, habitualmente dentro de un arbusto o árbol denso y espinoso, en el hueco de un muro o en una pared entre la vegetación tupida. La construcción consiste en una taza desordenada, formada por diversos materiales vegetales, que realiza en solitario la hembra. La puesta es de tres a seis huevos de color grisáceo o blanquecino con abundantes listas irregulares, que incubará la hembra entre doce y catorce días. La estancia de los pollos en el nido dura alrededor de dos semanas y son alimentados por ambos progenitores. Los pollos, tras abandonar el nido, aún son cebados por sus padres un par de semanas más hasta ser independientes. Si la climatología y la cantidad de alimento disponible es favorable pueden tener una segunda puesta a primeros de junio.
Su canto es sencillo, con una voz suave y fina, emite un “siu siu siu-tsi,tsi-tsit- sirrrr” que puede ser confundido con otras especies como el "Escribano cerillo", aunque es más estridente, y el "Verdecillo".
La mayor amenaza para las poblaciones de estas aves es la intensificación agrícola que actúa en contra de sus hábitats transformando los valles poco arbolados y otras zonas de baja y media montaña. El escribano montesino aparece incluido en el Catálogo Nacional de Especies Amenazadas en la categoría “De interés especial”. Y Al igual que muchas otras aves el escribano montesino muere por 'stress' en cautiverio, es la causa más frecuente de mortalidad en estas aves si son enjauladas.
A los aficionados a las aves les aconsejo que aprovechen estos meses del fin del invierno o comienzo de la primavera para observar a los escribanos porque en cuanto los árboles y arbustos comience a llenarse de hojas y los territorios de cría estén definidos se hará difícil poder observar a estos pequeños pájaros.